Nosotros, que somos del día, seamos sobrios.
Por tanto, no durmamos como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan. Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo.
1 Tesalonicenses 5:6-8
Las personas sin Cristo están aturdidas por el engaño que el mundo ocasiona en sus mentes y corazones; sin entender el propósito de Dios para sus vidas. Son incapaces de poder agradar a Dios, porque lo único que desean satisfacer son sus deseos carnales.
La persona sin Cristo vive en densa oscuridad espiritual y aunque algunos de ellos podrían afirmar disfrutar su pecado, en ninguna manera se regocijan de las consecuencias de este. Muchas veces las consecuencias del pecado les afectan de por vida.
El creyente, no obstante, esta en una posición distinta: “Pero nosotros, que somos del día, seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Ahora andamos en la luz, actuamos correctamente; procurando agradarle a Dios.
El cristiano se ha vestido con la coraza de fe y de amor, y con la esperanza de salvación como yelmo. Hemos puesto nuestra fe en Cristo, andamos en amor, amando a Dios y al prójimo.
Por lo tanto, andemos de día y no de noche, practiquemos nuestra fe, permitamos que Dios nos transforme cada día más y seamos agentes de cambio en este mundo.