La incapacidad de Adán de asumir responsabilidad por sus acciones ha sido transmitida a nosotros a través del tiempo.
Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses? Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí.
Genesis 3:9-12
La incapacidad de Adán de asumir responsabilidad por sus acciones ha sido transmitida a nosotros a través del tiempo.
Adán una vez que pecó, se convirtió en un irresponsable al no tomar responsabilidad por sus pecados. Todos somos pecadores; no obstante, eso no nos exime de asumir responsabilidad por los pecados cometidos.
Aunque Dios no nos acusa por los pecados cometidos, tampoco nos excusa de asumir responsabilidad por estos. La respuesta de Adán revela lo que sucedió al hombre después de la desobediencia a Dios: temor, vergüenza, y esconderse de Dios.
Adán, lamentablemente, evade toda culpa, responsabilizando a su mujer por las decisiones que él había tomado. A partir de ese momento esa semilla de irresponsabilidad ha sido transmitida a todos los hombres. Así es como actúa una persona sin Cristo.
Como cristianos debemos reconocer que existe una tendencia a desligarnos de responsabilidad y culpar a los demás por nuestras malas acciones. Sin embargo, Dios desea que confesemos nuestro pecado, y asumamos completa responsabilidad por nuestras faltas; recordemos que nuestra irresponsabilidad nos identifica con Adán y su conducta; pero el asumir responsabilidad con Cristo.