Todos los cristianos debemos tener el objetivo de correr nuestra vida cristiana con excelencia, que traiga satisfacción y agrado a nuestro Padre Celestial.
¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. 25 Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible.
1 Corintios 9:24-25
Estableciendo una comparación de la vida cristiana con una carrera maratónica, el apóstol Pablo establece que es cierto qué tal vez muchos de nosotros estamos corriendo la carrera cristiana; no obstante, debemos asegurarnos de que estamos corriendo correctamente la carrera cristiana, con el objetivo de alcanzar el premio supremo, que en este caso es la vida eterna en el cielo.
El apóstol Pablo da sobreentendido, que existe la posibilidad de que algunas personas, aunque parezca que están en el camino cristiano, la realidad es de que sus acciones podrían demostrar lo contrario.
Inmediatamente después, y nuevamente, estableciendo una analogía con una carrera, Pablo afirma que la persona que desea salir triunfante en una competencia olímpica tiene que pasar por muchos sacrificios, mucho esfuerzo, mucho entrenamiento y esfuerzo personal. Las personas hacen eso con el objetivo de qué a la hora final, ellos sean los que salgan triunfantes en la competencia.
Pablo nos anima a correr la vida cristiana, de esa misma manera, con el objetivo de alcanzar el premio supremo para nosotros, la glorificación de nuestros cuerpos y la vida eterna en el cielo. Todos los cristianos debemos tener el objetivo de correr nuestra vida cristiana con excelencia, que traiga satisfacción y agrado a nuestro Padre Celestial.
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Este material ha sido escrito por el Pastor Dr. Luis M. Mendoza. Si desea hacer copias o reproducirlo, favor de contactar al escritor. Todos los Derechos Reservados.©