La manera en que actuamos en nuestros momentos de mayor angustia determina en quien hemos depositado nuestra seguridad y confianza.
A ti, oh Jehová, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos. Salmos 25:1-2
La manera en que actuamos en nuestros momentos de mayor angustia determina en quien hemos depositado nuestra seguridad y confianza. Toda tribulación es una gran oportunidad para ejercitar nuestra fe y confianza en Dios; y a la vez, experimentar con el poder de Dios.
En los momentos más difíciles de su vida David buscaba de la ayuda de Dios con todo su ser. La expresión “A ti, oh, Jehová, levantare mi alma” expresa su transparencia, vulnerabilidad y total dependencia en Dios.
David confiesa que confiaba en Dios con todo su corazón; a tal grado que, si Dios no le respondía, lo veía como un motivo suficiente para que sus enemigos se burlaran de él; y se sintieran regocijados al ver de que Dios no le daba una respuesta. Desde la perspectiva de David,cada respuesta de Dios traía gloria a Su santo nombre y a la vez humillaba a sus enemigos.
Aprendamos cada día, en toda situación, pero aún más en los momentos de mayor dificultad, a implorar para que el favor y la buena voluntad de Dios estén con nosotros. Por nuestro propio bienestar seamos completamente honestos delante de Dios, confiemos en Él, esperemos una respuesta positiva y confiemos que seremos exaltados y no humillados. Que no seremos objetos de burla, si no personas respetas por nuestra y confianza en Dios.
Este material ha sido escrito por el Pastor Dr. Luis M. Mendoza. Si desea hacer copias o reproducirlo, favor de contactar al escritor. Todos los Derechos Reservados.©