El cristiano es portador de la luz de Cristo y debe iluminar a los demás.

Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Mateo 5:14-16.

La luz que nosotros podemos emitir es la luz de Cristo brillando en nosotros. Jesús es la luz del mundo. Nosotros brillamos, cuando permitimos que las características de Jesucristo sean una realidad en nuestras vidas. A esto, en la Biblia se le llama el vivir una vida piadosa.

A la vez, los cristianos somos comparados a una ciudad asentada sobre un monte y, por lo tanto, no se puede esconder. No se puede esconder porque es muy visible y necesaria. Los cristianos debemos ser de influencia positiva en este mundo. La idea fundamental de Jesús es que sin importar dónde un cristiano se encuentre, siempre debe ser emisor de luz alrededor de las personas que le rodean.

Debemos comprender que Dios no nos ha compartido su luz para esconderla, sino para que brille. Somos la luz en un mundo que vive en densa oscuridad. El cristiano es portador de la luz de Cristo y debe iluminar a los demás. Se alumbra a los demás, cuando somos distintos y nos comportamos dignamente. Jesús nos explica que el brillar como cristianos, no es algo opcional; es una responsabilidad.

Foto de Mitchell Luo en Unsplash

Este material ha sido escrito por el Pastor Dr. Luis M. Mendoza. Si desea hacer copias o reproducirlo, favor de contactar al escritor. Todos los Derechos Reservados.©

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