Toda persona que vive bajo el abrigo de Dios cuenta con la protección total del Todopoderoso.

El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente.

Salmo 91:1

Toda persona que vive bajo el abrigo de Dios cuenta con la protección total del Todopoderoso. El estar resguardado por Dios mismo nos garantiza seguridad y bienestar.

La palabra “habitar” es vivir, tomar residencia en algún lugar; considerar un lugar específico tu hogar. Abrigo es amparo, auxilio y protección. Un lugar seguro y resguardado, donde nadie te puede tocar.

Habitamos al abrigo de Dios cuando le agradamos con todas nuestras acciones. Si vivimos cerca de Dios, amándole, sirviéndole y trabajando para Él, de manera automática estaremos habitando bajo la sombra del Dios todopoderoso. Esto implica que si algo negativo nos sucede cuando estamos habitando bajo el abrigo de Dios es porque es parte de la voluntad de Dios para nosotros.

Por tal razón, el hijo de Dios debe procurar vivir al abrigo de Dios todo el tiempo. No podemos andar divagando. El habitar al abrigo de Dios es el lugar más seguro. Allí nadie nos puede tocar, nadie nos puede hacer daño. Estamos morando bajo la protección de Aquel que todo lo puede. Allí todas las cosas son posibles. Cuando estamos al abrigo de Dios podemos experimentar seguridad, claridad en nuestras mentes, paz en nuestros corazones y alivio para nuestras almas agitadas. Podemos descansar en la completa paz que Dios nos da.

Es tiempo de acercarnos confiadamente al trono de la gracia para recibir la ayuda que necesitamos y la protección que tanto anhelamos. En la presencia de Dios encontramos protección y armonía.

Foto de Amaury Gutierrez en Unsplash

Este material ha sido escrito por el Pastor Dr. Luis M. Mendoza. Si desea hacer copias o reproducirlo, favor de contactar al escritor. Todos los Derechos Reservados.©

Artículos Relacionados