En el modelo de Jesús podemos observar que las tentaciones vendrán, pero en ese momento debemos recordar nuestra identidad (somos hijos de Dios).

Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo. Y después de haber ayunado cuarenta días y cuarenta noches, tuvo hambre. Y vino a él el tentador, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.  Él respondió y dijo: Escrito está: No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Mateo 4:1-4

Aunque Dios no nos tienta; en algunas situaciones específicas Dios mismo desea que pasemos por ciertas pruebas para poder crecer en la fe y en nuestra relación con Dios.

El mismo Espíritu Santo que llevó a Jesús al desierto para ser tentado por el diablo. Jesús debía pasar por y vencer la tentación. El salió victorioso de la tentación y capacitado para entender y ayudar a los que ahora son tentados: “Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados”. Hebreos 2:18. 

De seguro el diablo aprovecha nuestros momentos de mayor debilidad para tentarnos en las áreas de nuestra relación con Dios (somos sus hijos o no), Su provisión (representado por el pan), Su protección (lanzarse del pináculo) y a la vez, nuestra fidelidad a Dios (póstrate y adórame).

En el modelo de Jesús podemos observar que las tentaciones vendrán, pero en ese momento debemos recordar nuestra identidad (somos hijos de Dios), que nuestro proveedor es Dios, que Sus promesas son siempre verdad, y que podemos vencer la tentación.

Foto de Priscilla Du Preez 🇨🇦 en Unsplash

Este material ha sido escrito por el Pastor Dr. Luis M. Mendoza. Si desea hacer copias o reproducirlo, favor de contactar al escritor. Todos los Derechos Reservados.©

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